domingo, 2 de septiembre de 2018

Cada año nos sentamos en una mesa rodeados de nuestras personas de confianza, nuestros mas allegados, nuestros familiares, las personas que sabemos que queremos que permanezcan en nuestras vidas durante, mínimo, un año mas. Nos sentamos en una mesa delante de una tarta, y a partir de cierta edad, con bastantes velas colocadas de forma estratégica para que no parezcan tantas. Y una vez la tenemos delante miramos a todas esas personas y pensamos: "Que maravilla, tengo lo mejor a mi lado, no cambiaría a ninguno de ellos, espero que sea así durante muchos años, y así será". Y entonces soplamos las velas con ese pensamiento ante el firme pensamiento y la seguridad de que eso será así.

Y que equivocados estamos....

Yo ya no miro así, el tiempo se ha encargado de quitar las mascaras de las personas que me rodeaban. Amigos, que no lo eran tanto. Amigos egoístas con ambiciones mas grandes que sus egos. Amigos con dos caras y mentiras mas largas que los días. Amigos que solo se mueven por intereses propios. 

Pese a todo, este año volveré a sentarme en la mesa, junto a una tarta rodeada de los que me quieren, o dicen quererme, y una vez mas, como tonta e ilusa pensaré en la suerte que tengo de estar junto a ellos, con la pequeña esperanza de que al menos alguno sobreviva al tiempo, sobreviva a mi carácter, sobreviva a mi forma de ser.

Porque sí, no soy fácil, ni siquiera soy difícil, soy mucho más que eso, soy cambiante, soy intensa, soy sinceridad de las que duelen, soy exigencia...Pero si te la juegas, si luchas contra el viento, descubrirás que soy mucho más.

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