domingo, 28 de abril de 2013

Ella dijo: Cada día me preocupaba por ti, te buscaba, buscaba tus palabras, el conocimiento de si estabas bien, saber tus logros y tus caídas  para apoyarte o levantarte o animarte a que siguieses siendo tu. Cada día volvía a ti, a buscarte a sabes si seguías bien, pues no tenia noticias tuyas. Cada día esperaba tu sonrisa y tu conocimiento. 

Un día no te pregunte, ni al siguiente, ni al otro, y tu ni siquiera te preocupaste por mi, no viniste a buscarme , no viniste a saber de mi, no viniste a apoyarme. Pasaron las semanas y no viniste a mi. Entonces una semana decidiste llamarme, no te conteste, me buscaste y no estaba. 

Finalmente llamaste a mis padres, ellos te dieron la brutal noticia, yo había fallecido, me había ido, estaba sufriendo un cáncer que finalmente acabo con mi vida, con el cariño que te daba, con el apoyo que necesitabas. 

Y entonces, en ese momento, te percataste de la gran verdad, tu nunca me preguntabas como estaba, tu nunca me buscabas, nunca me apoyabas, nunca supiste quién era, nunca supiste de mis metas, mis alegrías, mis penas, mis anhelos y mucho menos mi lucha contra un cáncer desde recién cumplidos los 7 años.

Y entonces te paras a pensar, y te das cuenta de lo egoísta que era el, el nunca la busco, el nunca se preocupo. Y con todo esto quiero decir, que nunca sabes cuando alguien se cansará de buscarte, de hablarte, de llamarte. Porque las personas se cansan, las personas no solo dan sin recibir también necesitan sentirse queridas y buscadas.

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