domingo, 8 de enero de 2012

― Estoy seguro. Completa, enteramente, cien por cien seguro. ― Inclina la frente hacia
abajo para apoyarla contra la mía y me acerca más. Su piel, todo su ser, desprende calor por
estar tan cerca del fuego, y cierro los ojos, empapándome en su calidez. Aspiro el olor a cuero
húmedo de nieve y humo y manzanas, el olor de todos esos días de invierno que
compartíamos antes de los Juegos. No intento apartarme. ¿Por qué debería, además? Su voz
es apenas un susurro. ― Te quiero.

Ese es el por qué.

No hay comentarios: